Pudiera haber tomado el aire con mis manos y soplarlo hacia el viento como mensaje
Nada me hubiera dolido esa vez
Más el cántaro alegre de mis ojos
Sutil como el vuelo del águila lo es
Me refriego los ojos al mirarte
Y siento de alguna manera el tintineo de las campanas silenciosas.
Pero no hay canto que para mi corazón sea mudo
Cuando veo tu sonrisa prodigiosa.
Mi vulnerabilidad me somete a su presión.
Sabes que no soy consciente de ello.
Aunque pueda ser fuerte, no lo soy
Mi cuerpo es endeble cual frágil yeso
La brisa es suave
Pero no tanto como quisiera.
El otoño sucumbe
Y olvida la primavera.
Más el invierno crudo
Que hoy inunda nuestros días
En las noches se convierte
En mi eterna agonía.
Pues el frío quema mi piel
Como el fuego la madera
Penetrando en lo profundo
De mi triste miseria
Y yo, aun sentada
Me muero de tristeza.
Es que aun no tengo a nadie que cure mis heridas
Que lave mis impurezas
Y me haga ver
Que el mundo es más hermoso de lo que se piensa.
El ángel, aquel que vino
No recuerda más mi nombre.
Se ha olvidado de mí
Cual niños al intelectual hombre.
Pero espero en ti, Ángel etéreo
Que revivas la tranquilidad en mis noches.
No te vayas, cuando duerma
No te quedes, cuando llore
Pues prefiero estar acompañada en el temor
Y en soledad en la desazón.
Soy orgullosa, lo sé
Pero alguien tiene que serlo.
Sino no podría hacer frente
A los temores del infierno.
Soy quien dice basta
Cuando todos están cayendo.
No quiero morir también
En los brazos del pecado
Aunque con él sueño a diario
No quiero ser como un emisario
Que a sus pies se arrodilla
Y le reza de ordinario.
Ángel etéreo,
Llámame tibia,
Llámame inconstante.
Mas no hagas de mi un sujeto
Como los pájaros que lamen
Las migas del suelo.
Déjame seguirte
Y protégeme en los días
En que la sangre corre por mis venas
Y el aire fluye por mis pulmones
Déjame ser tu discípula
Y sobre todo, tu amiga
Porque el polvo es al viento
Lo que las uvas al parral
Y no se cortará el sarmiento
Ni la arcilla arena será
Mientras tú estés conmigo
Y tu amor sea mi abrigo.
Pero Ángel, amigo mío
Déjame verte otra vez
Y sentir que estás conmigo
Aun cuando no te puedo ver.
Y tu voz es mi consuelo
Cuando el miedo es lo de menos
Y el calor es lo de más.
Sé mi fortaleza, sé mi desafío
Amigo, déjame morir contigo
Y que sienta punzantes
Los clavos de la cruz
En mis manos muy suaves
Que no dé por vencida a la primera
Que sepa que el amor es una hoguera
Que jamás ha de apagarse.
Porque mientras el cielo, sea cielo
Y el lago muestre el reflejo
De los árboles y la luna,
No habrá manera alguna
De sacar de mi corazón
Esa marca prístina
Que alguna vez se delineó
Y sabré, en la pureza del bosque,
Como en el humo de la fábrica
Que tu amor me acompaña
Así yo haya sido
Un ratón robando el queso prohibido.
Dormiré tranquila, esta vez
Si me perdonas mis numerosas faltas
Y me das fuerza para ser
La espiga y no la cizaña.
Quema mis defectos,
Acrecienta mis virtudes
Y acuérdate de mí
Cuando yo no de Ti
Muchas gracias, yo te digo,
Y hoy mismo ratifico mi amor por Ti
Ojala no vuelva a pecar
Y seré la criatura
Más feliz que la Tierra
Haya visto alguna vez.
Mis días serán serenos
Y la oscuridad no traerá más que calma
A mi impasible espíritu
Que siempre espera por Ti
Porque no habrá ya más llanto
En la tibieza de lo eterno
Pues será todo complaciente,
No existirá el desabrimiento.
No sentirse remordimiento
Al ser sincera con lo que diga.
Mi boca pronunciará dichosa
Lo que jamás ha hablado.
Podré amar sin arrepentirme,
Podrá soñar y lograr
Algo que he esperado con paciencia
Desde que pude la tierra tocar.
1 comentario:
wow! que bueno ese poema stella!!, me superaste!! besoss
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