Habían pasado más de cuatro años de aquel terrible suceso mediático, que me había puesto en boca de todos. Prefería no recordarlo, es más, quería que nadie lo hiciera, pero siempre había alguien que lo invocaba como un hecho gracioso, mientras yo debía soportar nuevamente las miradas de todos.
-¿Te acuerdas cuándo…?-
Yo ya sabía lo que dirían y me sonreía antes de que terminaran la frase. Pero, ¿por qué era yo el blanco de los comentarios? Habiendo muchas otras personas en situaciones parecidas a la mía, sólo yo era el centro de las bromas. A veces me hubiera gustado ser distinta.
Lo cierto es que creía haber superado todo eso. Haber dejado de lado mi adolescencia temprana y ser ya una joven semi-adulta. Eso pensaba, pero me di cuenta que no era totalmente cierto.
-Pienso que podremos ser muy buenos amigos.- le contesté esa vez sin pensarlo.
Él me miró con tristeza, pero se calló.
Estaba segura que lo que en aquel momento menos quería era tener un novio. Además de ser aún muy chica, no creo que hubiera sido conveniente. Ahora lo pienso de nuevo. Y cuando siento que nuevamente me vuelven a perseguir sus ojos, hago como si nada pasara.
“¡Por DIOS! ¡Qué estoy pensando! Yo nunca me podría enamorar de un chico como él –pienso en secreto cuando lo veo-. Porque aunque es bueno y muy dulce conmigo, no es mi tipo. Es muy…” y me quedó en silencio, porque no sé cuál palabra elegir. No hay un adjetivo para describir esa sensación, sólo pienso que él no podría ser el que mis padres quieran. Y de repente, a mi mente vienen las varias historias que leí o vi en televisión sobre amores imposibles y todas esas cosas y estoy segura que lo mío es distinto.
Si voy a casa y les hago ver a mis papás el “ejemplar”, por así decirlo, ¿qué dirán de mí? Me imagino que nada bueno. La chica no tiene ben gusto. Es cierto, no es lindo, ni siquiera sé si me gusta o no, pero me enojo si no me presta atención. Es cierto que soy muy celosa, incluso con mis familiares y amigas, pero a veces creo que esto es un poco distinto, porque no me suele pasar lo mismo con otros chicos.
En fin, esto es lo más ridículo que hasta ahora escribí, pero espero que sepan entenderlo…
¡Uy! Volví al fin y lo más terrible que me pasó se lo estoy por contar. Cierto chico que una vez intentó “llegar a algo conmigo” está de novio y no saben los celos que me dio, porque yo pensaba que la tal no era ni la mitad de mí. Bueno, eso creía yo, hasta que la conocí y terminó siendo una top model. ¡Qué bronca y yo que esperaba que la chica fuera sin gracia, feita, así no más.
También otra cosa es cierta, que cierto muchacho en estado de ebriedad intentó hacerse el galán conmigo.
-¿Qué haces? ¡Pará!- le dije, casi gritando.
-No me puedes decir que no.- apenas se le entendía.
-A mí me respetas o vamos muy mal.
-¿Qué le haces?- intervino el chico del principio.
-¿Yo? Nada.- contestó el otro.
-Me molestaba.-aseguré, arrojándome completamente a sus brazos.
-¿Qué te pasa, ahora?
-Nada, es que me quería besar, yo no quise.
-Bueno, pero algún día tendrás que besar a alguien. Si quieres te presento a unos amigos…
-No necesito ningún amigo tuyo. Yo no quiero darme mi primer beso con cualquiera.
-¿Y con quién te lo quieres dar?
-Con alguien especial.
-¿Y quién podría ser?
-¿No te imaginas?
-No.
-Adivinalo.
-No me hagas esto. Sabes que…-
Y no terminó de hablar cuando lo besé. A pesar de que su rostro manifestó sorpresa, pronto sus rasgos se tornaron duros y me miró con furia:
-Lo lamento, no me parece que ahora esto pueda llegar a ser mas que una simple amistad.
-¿Cómo me puedes decir eso? Vos estuviste siempre enamorado de mí.
-Eso era antes. Ahora tengo una novia y no la voy a engañar.
-Bueno, vete con ella. Hace lo que quieras. No me importa. Sólo quería darte la oportunidad de ser feliz y vos me contestas de esa manera.
-Te hubieras dado cuenta antes de las cosas.
-¿Qué cosas?
-De lo que ahora sientes por mí.
-Yo en ningún momento he dicho que sienta algo especial por vos.
-¡Pero me besaste!
-¿Y qué? Podría haber besado a otro también, pero te elegí a vos porque suponía que no interpretarías mal las cosas, pero me equivoqué.
-Nunca te voy a entender. Primero te haces la difícil y luego me buscas cuando estoy comprometido.
-Deberías estudiar más Psicología y así entenderías los comportamientos femeninos.-
Allí terminó nuestra conversación y, obviamente, él se fue con su noviecita.
Bueno, aquí continúa la historia, pero luego de haber pasado varias dolorosas y amargas semanas. Su relación con la “susodicha” siguió de viento en popa, hasta se comentó que todo iba tan bien que ella ir ía al egreso. Rogaba que eso no fuera verdad, rogaba que ese romance terminara cuanto antes. Y mis amigas se habían dado ya cuenta por las expresiones de mi rostro. Pero yo, por supuesto, negaba todo, todo.
Lo que yo no sabía y él tampoco es que pronto su fianceé tomaría otros rumbos. Se fue a otro país y él lloró mucho, y me preguntaba si hubiera hecho lo mismo por mí de haber sido yo la que hubiera dejado el país.
Me dio vergüenza llamarlo por teléfono, luego del incidente que había pasado aquella vez, pero lo tuve que hacer.
-Hola.
-Hola. ¿Cómo estas? ¿Mejor?
-Mejor, si es que te refieres a mi tristeza por la partida de …- y no dejé que pronunciara su nombre.
-Si, tu novia.
-Si, estoy mejor.
-Me alegro. Hay cosas que deben superarse.
-Si, yo tuve varias cosas que superar.
-Bueno, además de esto ¿cuáles?
-Una de esas fue la vez que rechazaste un beso mío.
-¡Dejá de hablar tonteras! Eso fue una pavada.
-Te juro que esa vez lloré más que por la partida de…
-Si, ya sé. Nunca te había visto así, tan deprimido.
-Tendrías que haberme visto años atrás.
-Bueno, cortala. Ya te estás poniendo pesado.
-Entonces, ¿para qué me llamaste?
-Para saber cómo estabas. No para hacer de tu psicóloga.
-Bueno, perdona, sé que algunas veces soy denso pero te juro que no lo hago a propósito.
-Si, ya sé. Eso es por naturaleza.
-Je, je. Aún puedes hacerme reír.
-Siempre te puedo hacer reír. – “¿por qué dije eso?
-Bueno, creo que mejor será que nos juntemos.
-¿Juntarnos? ¿Para qué?
-No sé. Ya sabes, ver una película.
-Sería una buena idea. Me fijo las horas de las pelis y te aviso
-Entonces fijate y avísame.
-Bueno, no hay problema.
-Nos vemos.
-Cuidate.
-Chau.
-Un abrazo.-
Lo cierto es que nunca había tenido una cita y no me imaginaba que iba surgir una de la nada. Tenía pensado invitarlas a mis amigas, para que no pareciera un encuentro romántico, pero ciertamente no quería que ellas fueran. Era como estar entre la espada y la pared, oprimida.
-Si no hubieras llegado tarde hubiéramos visto la película enterita.- le dije apenas salimos del cine.
-Bueno, es que tenía que preparar un montón de cosas antes de venir.
-Vos siempre tienes algo que hacer, pero yo también y eso que vivo más lejos, llego antes.
-Bueno, perdoname. La próxima voy a ser más puntual.
-¿Y qué te indica que va a haber próxima?
-No sé si recuerdas la vez que me besaste.
-La verdad es que no.
-¡Dejá de hacerte la distraída!
-Bueno, eso fue una tontería.
-Siempre dices eso, pero las cosas importantes son para vos tonteras, tonterías…
-No es cierto.
-Decime lo que me tengas que decir así sea los más vergonzoso del mundo.
-No tengo nada para decirte.
-¿Segura?
-Si.
-Bueno, entonces me voy yendo.- y comenzó a caminar en dirección de la Salida.
-¡No, vení!- le grité. –Tengo algo que decirte.
Y su sonrisa se dulcificó. Sus ojos brillaban con una intensidad que nunca antes había visto, que me prometí no desilusionarlo nunca más. Me mordí los labios, porque estaba por hacer algo de lo que más tarde quizás me arrepentiría.
-Te tengo que decir algo, pero no me presiones…
-¡Vamos, decime!- me dijo sosteniendo mi mano.
-Bueno, en todo este tiempo que compartí contigo, luego de aquel suceso de hace muchos años que no me gusta contar, yo me he dado cuenta de que sos muy importante para mí.
-¿Y?
-Y ahí está la cuestión. Es que me parece que lo nuestro de vería ser algo más…
-¿Algo más?
-Si, algo más que una simple amistad.
-¿A qué te refieres?
-A que tal vez vos quisieras…
-¿Ser tu novio?
-Si, ba, digo no. No quería decir eso. En realidad sí, pero antes esperaba decirte algo más, pero ¿qué estoy diciendo? Bueno, es que me he dado cuenta de que te quiero mucho, de que en realidad siento algo más que eso, que te amo.-
Y sin darme tiempo a hablar, sentí que me besó. Digo “sentí”, porque automáticamente cerré los ojos y no me di cuenta de nada de lo que pasaba a mi alrededor hasta que los abrí nuevamente.
-¡No sabes cuánto esperé este momento!-
Yo no le contesté, sólo sonreí y creó que él entendió mi gesto.
Más tarde fue de público conocimiento lo nuestro, incluso por parte de nuestros padres, pero ellos, aunque al principio renegaron, lo aceptaron a la larga. La cuestión fue conocerse mejor y darse cuenta de las virtudes y defectos que se pueden hallar en las otras personas que, a pesar de que en un principio no nos caigan muy bien, luego pueden terminar teniendo una estrecha relación con uno. El tiempo ayuda a conocerse y a comprenderse, y así fue como pasaron los años y todo siguió intacto entre ambos.
No me habría imaginado nunca un final así para una historia: terminar con alguien a quien rechazaste y que luego de te diste cuenta que es el amor de tu vida.
FIN
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