Eres una lágrima de madre que te vio nacer.
Eres un adiós de padre que partió muy lejos.
Eres un llanto seco aquella eterna noche
En que asomaron al mundo tus ojos negros.
Detrás de esa fácil y conquistadora sonrisa.
Más allá de tu bienestar simulado.
Se que ocultabas algo dentro,
Algo que nunca pude adivinarlo.
Quizás eran aquellas frías noches,
Esas en las que tú mendigabas.
O tal vez era el maltrato,
Lo que en ti pesar provocaba.
Nunca pude adivinar el porqué,
El porqué de tu coraje, de tu constancia…
Pues donde otros hubieran caído,
Encontrabas la razón, la perseverancia.
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